(Fotografía de mi autoría.)
Un hálito de melancolía.
La fragancia del melocotón no la de las uvas.
Baco es impredecible.
Un aroma de niebla y la rumorosa voz del árbol ancestral
que surge a instancias del viento que llega de la ría
y todo lo agita.
El vino sabe a océano y fruta;
por la noche, la niebla trae el olor del aguardiente
que destila el alambique
dorado como un crepúsculo.
Yo bebo en tus labios,
breves como un orto solar,
demorados besos, largos como un atardecer oceánico.
Tienen sabor a vino y a verdad.
Quizá venga de ahí la melancolía.