Amigos de Steemit, reciban un cordial saludo. He querido variar un poco (no incluir poemaS o un ensayo), sino algunos ejercicios de microficción (o micronarración) que he presentado como mi participación en las invitaciones abiertas hechas en el blog de @decomoescribir. Como quiera que se han publicado solo en ese espacio, me pareció interesante tomarme el atrevimiento de mostrarlos de forma abierta reunidos en un post. Tienen solo el carácter de experimentación y respondieron a algunas condiciones solicitadas por @decomoescribir, que indicaré. En todos el elemento que me motivó fue el juego intertextual. Espero que puedan leerlos.

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Un primer ejercicio libre
Pensó que este sería su último sueño, y dispuso su cuerpo sobre la superficie. Soñó con un anciano taoísta que dormitaba al pie de un longevo tronco de árbol y una menuda mariposa se posaba en su sien izquierda. Al despertar, su roída túnica estaba húmeda del rocío, un minúsculo polen se hallaba en su hombro derecho. Y la mariposa todavía estaba allí.

Jugar con estos dos microrrelatos: "Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí" / ¿A dónde huir? Si llenas el mundo. No puedo huir más que en ti.
Su memoria, pesada como un dinosaurio, no le permitía huir del mundo. Cuando despertaba, todavía estaba ahí. Lo llenaba de ti, de tu presencia imborrable.

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Otro ejercicio consistió en juntar el mito de Ícaro y Dédalo y el de Cupido (yo introduje la diferencia o semejanza con Eros, y escribí dos versiones).
Había asumido el reto, propuesto por Dédalo, de remontar vuelo con las alas de cera, a conciencia de su endeble recurso. Cupido lo había tocado con su aguijón, pero su amor no correspondido hacia Ariadna lo mantenía encerrado en sí mismo. El abismo se ofrecía, cautivador, ante sus ojos.

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El laberinto era, sin duda, una de sus más grandes obras. ¿Se podría escapar de él, como no era posible del amor?, le había preguntado Ícaro a su padre. Dédalo le refirió que ni aún el dios Eros pudo evadir su deseo hacia Psique, ni de esta hacia él, pese al impedimento. No había prohibición posible. Ícaro imaginó su alada caída bajo el inclemente calor de su deseo.

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Finalmente, un ejercicio a partir del Génesis.
El hombre lo había meditado durante largas noches. Había pensado qué materia sería la más apropiada. Una vez, observando su sombra, dijo: "¡Hágase, y sea a imagen y semejanza mía, y sea palabra!". Y Dios comenzó a existir.

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