Ya saben ustedes que vivo en San Luis, Pinar del Río, en mi Cuba. Y que cada vez que tengo una oportunidad, o que la busco, hago algo en lo que la vida de este municipio, tanta Urbana como Rural, este reflejada. No ando en cuentas de que si alguien más lo hace o no, yo simplemente lo asumo con sencillez y satisfacción, y como una cosa más de las tantas que hago por, y en este pueblo.
Ya he contado de que San Luis tiene uno de los paseos o avenidas más interesantes de toda la región de occidente y quizás más allá. A esta estructura urbanística aquí le decimos Calle Real y muy pocas personas la llaman por su nombre, que es Juana Romero,en honor a la benefactora que donó un pedazo de tierra de su inmensa propiedad para fundar el poblado allá por el año 1745.
Pero yo considero que esa calle no es una calle, sino una espaciosa avenida de dos carriles amplios para la circulación de los vehículos. El paseo interior tiene en el centro un arbolado en línea, custodiados a ambos lados por dos amplias aceras, interrumpidas en su larga trayectoria, por las entre calles que forman cuadrículas a izquierda y a la derecha, y por la antigua Plaza de Armas justa frente a la vetusta imponente parroquia San Joaquín a la izquierda y el parque José Martí al otro lado.
Después ese orden es alterado por la llamada calle del hospitalito que se corrió unos metros más abajo y dejo a atrás a su homóloga, la de la funeraria, que se desplaza a la izquierda buscando el camino hacia Santa Fe. Yo estoy por proponer en la comisión de patrimonio que a esa luminosa doble arteria se le nombre "Avenida Juana Romero, y no calle como actualmente se conoce.
Para mí lo más increíble de esa hermosa avenida es que solo tenga como ambientación el monumento a las madres frente al edificio donde radica el gobierno municipal, y otro allá al final del poblado, un busto de tamaño heroico de Antonio Maceo fundido en bronce sobre un alto pedestal enchapado en mármol.
De un lugar a otro no encuentras ni un solo elemento de ruptura, lo que la hace extensa y monótona y solo habitada por la presencia de bancos para sentarse al lado de los árboles que por el recorrido del sol nunca dan sombra a plenitud. Ya algunos árboles no están. Por diferentes causas, pero no han enviado todavía algún relevo generacional.
Y precisamente en estos días he puesto mi atención en los "bancos", estos muebles ubicados en la vía pública para el caminante, el paseador o el ocioso tradicional que encuentra en ellos lugar de descanso a cualquier hora del día o de la noche, e incluso de algún trasnochado en la madrugada.
Todos los bancos del paseo tienen la misma estructura de tres o cuatro pedestales de hierro fundido que dividen a este en dos o tres secciones con respaldo y asentadera de madera, originalmente de muy buena calidad, pero ahora de Pino, que tiene muy poca garantía a la intemperie y se deterioran muy rápido, más ya sabemos la indolencia de jóvenes que no entienden de cuidado a la propiedad social, ni tienen sentido de pertenencia.
Pero los bancos de mi pueblo tienen sus esencias, cada uno de ellos; por ejemplo, los hay que tienen que ver con los oficios. Otros con el deporte, los de los cuestionamientos sociales; por acá el de los jubilados, allá el de los galleros, la pelota y por qué no el de los amoríos y citas nocturnales, aunque a decir verdad, algunos de esos bancos ya ha perdido su esencia, o la forma.
Cómo que la nocturnidad casi ha desaparecido, el poblado de noche casi no tiene vida y algunos paseadores fortuitos parecen fantasmas divagando en las sombras. Solo los fines de semana cobra vida las noches en el casco urbano. Solo un banco ha conservado la tradición y ha retado al tiempo y las decadencias, y es increíblemente el de frente a la funeraria.
Un grupito de personas, allá se hicieron asiduos. Y recuerdo a un matrimonio de los mejores bien llevados el nené de Nito Pérez, y Zoila, su señora, una mujer bastante gruesa, que fueron _ hasta que la funeraria llamo al primer fundador de esa tradición y casi los patrones de aquel banco.
Los vi siempre que pasaba por allí. A veces muy concurrido el lugar, a veces a ellos dos solitos. Serenos uno al lado del otro, con verano, con invierno. Casi bajo la lluvia, pero fieles a su lugar de post cena. Zoila también acudió un día al llamado de la Funeraria y algunos primos del Nené siguieron la tradición.
De día uno de los más activos es el banco de los deportes, que está en frente de la zapatería o lo que queda de ella, que cobra vida después de las diez de la mañana, dónde a la espera del despacho del periódico en el estanquillo de la acera de frente, lo mismo encuentras en amena y siempre jocosa discusión, tanto a una gloria del deporte como al más simple fanático casi siempre del béisbol, además de algunos filósofos de barrio más actualizados en política internacional que cubadebate.
Muy cerca está quizás el más concurrido de todos, frente a la ahora tienda de Yaquelin y por tradición la de Sergio Macías, pero ese récord es solo en los primeros días de la canasta básica o cuando llega Venegas, que ahí sí se pone más lleno que el latino con una final entre Industriales y Pinar del Río. Ese día los bancos menores no pueden salir a la calle.
El banco de los galleros dónde se podían oír disertaciones y discusiones acaloradas sobre el tema de los gallos ya prácticamente está silenciado. Ese está enclavado frente a la farmacia del parque. Allí la fanaticada de las lidias de monte adentro, armaban tal cacarequeo que en todos los bancos de la vecindad se sentía el calor de las discusiones.
Y el pobre banquito de los enamorados, de las citas de primerizos, pegnota casi todas las noches solitario, porque Cupido lleva a Psiquis al "Tanque del flaco" ,"al Bar de Yorki" o al "Ranchón de los Macateo". Y aunque le sale más cara la cita, la demandante del amor sale más satisfecha y embriagada, pero no tanto de amor, si no del Bucanero.
Hay otros bancos en el paseo de mí poblado, pero no sirven para sentarse y ni siquiera te dejan alzar la voz; el Banco Popular de Ahorro y el de Créditos y Servicios, pero esos tienen sus propias historias. Y son más arrogantes que los humildes bancos callejeros, que son los bancos de todos.
Las imágenes utilizadas en el post son de mi propiedad, tomadas con mi móvil Xiaomi Redmi 9A. Textos llevados al Inglés por Deepl Traslate.