The Silver Bloggers community has come up with an initiative that suits me as a retired person who has a lot to say on this topic, so I was encouraged to participate.

My retirement story is almost sixteen years old; I would be lying if I said that I had any regrets or emotional problems about leaving what I had taken on as a way of life just before the age of eighteen, when I started working in an academy teaching typing and began to be called a teacher.

I trained in a pedagogical school as a Spanish and Literature teacher, and I spent more than twenty-five years in a job that I enjoyed very much. Being constantly surrounded by children and young people seemed to me to be a therapy to ward off old age, I watched fashionable series, listened to music and watched films to keep abreast of what the pupils were talking about and adapt my strategies to the context: this worked for me.

At the school, all my colleagues moved to administrative positions, which meant fewer hours in the classroom and more in the office; this didn't appeal to me, I liked the classroom and the freedom I had to design strategies and resources for my classes.

The day came when there were no more old staff to place in co-ordination and I was persuaded to accept the administrative job, which I did a little reluctantly. I moved to the Spanish Department, there was not much to do there, so I called on students to create a student newspaper, "El Ojo Parlante" (The Talking Eye). This newspaper was successful and lasted for a long time. There are practising journalists in the country and abroad who were part of this project. I imagine that they liked it or were already interested in it before and that's why they joined.

Then, with the help of students, we got a space on a radio station and created the programme "Ondas Gallegueanas" (Galician Waves), the high school was named after Rómulo Gallegos. When I was doing better, there were changes again and I became the administrative sub-director of the school. I spent the day in spreadsheets, doing the accounts, the students had become numbers, and I also had to keep track of the teachers and their timetables. When I handed in a document in the educational area, I had a new folder full of bureaucratic demands. I was not happy and one morning, faced with a sheet full of numbers, I decided to apply for retirement.

The process took a few months where I did my job without pressure because I knew it was my last. In 2007 when I came out of retirement I entered the school of Plastic Arts in my city at the time, San Fernando de Apure. I didn't know much about techniques and handling of materials, I attended classes with other contemporary people and also with young people, my attitude was to absorb as much knowledge as possible.

Being retired and now a student of drawing and painting was very interesting, but above all, relaxing; the school had green areas and, despite the heat of the region, the atmosphere did not feel heavy. As a retired person, I wanted to think about myself, to pamper myself, to do for myself and for myself what I had not been able to do before because I had so many obligations and so many children.

When I first exhibited in art galleries it was very exciting and it was even more exciting to win the Unique Prize on two occasions on school anniversaries where there was an exhibition of all the students' work.

Being retired has given me time and possibilities, in addition to my work at Hive, where I have been able to grow a little more by expressing my thoughts, meeting people, reading valuable experiences and more. Long live the retired people!

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SPANISH

La comunidad Silver Bloggers ha presentado una iniciativa que se adapta a mí como persona jubilada que tiene mucho que contar de este tema, por ello me he animado a participar en ella.

Mi historia de jubilación tiene casi dieciséis años; mentiría si dijera que me produjo algún tipo de pesar o problema emocional por dejar lo que había asumido como forma de vida un poco antes de los dieciocho años, cuando comencé a trabajar en una academia enseñando mecanografía y me comenzaron a decir profesora.

Me formé en un pedagógico como profesora de Castellano y Literatura, y pasé más de veinticinco años en un trabajo que me agradaba bastante. Estar rodeada permanentemente de niños y jóvenes me parecía una terapia para alejar la vejez, veía las series de moda, escuchaba la música y veía las películas para estar al tanto de lo que hablaban los alumnos y adaptar mis estrategias al contexto: esto me funcionó.

En el liceo todos mis colegas fueron pasando a cargos administrativos, esto significaba menos horas en aula y más en oficina; esto no me llamaba la atención, me gustaba el salón y la libertad que tenía para diseñar estrategias y recursos para mis clases.

Llegó el día donde no había más personal antiguo a quien ubicar en coordinaciones y me convencieron de aceptar el trabajo administrativo, lo hice un poco a regañadientes. Pasé al Departamento de Castellano, no había mucho que hacer allí, por lo que convoqué estudiantes para crear un periódico estudiantil, «El Ojo Parlante». Este órgano de difusión tuvo auge y se mantuvo buen tiempo. Hay periodistas ejerciendo en el país y fuera del mismo que formaron parte de este proyecto. Imagino que eso les gustó o ya les llamaba la atención antes y por eso se unieron.

Luego con ayuda de estudiantes conseguimos un espacio en una emisora radial y creamos el Programa «Ondas Gallegueanas», el liceo llevaba el nombre de Rómulo Gallegos. Cuando mejor me iba, hubo cambios de nuevo y pasé a la subdirección administrativa del plantel. Pasaba el día metida en planillas, sacando cuentas, los estudiantes se habían convertido en números, también debía hacer la cuadratura de profesores y los horarios de cada uno. Cuando entregaba un documento en la zona educativa ya tenía una carpeta nueva llena de exigencias burócraticas. No fui feliz y una mañana, frente a una hoja llena de números decidí solicitar la jubilación.

El proceso se tomó unos meses donde hacía mi trabajo sin presión porque sabía que era el último. El año 2007 cuando salí jubilada entré a la escuela de Artes Plásticas de mi ciudad en ese entonces, San Fernando de Apure. Yo no sabía mucho de técnicas y manejo de los materiales, asistía a clases con otras personas contemporáneas y también con jóvenes, mi actitud era la de absorber todo el conocimiento como me fuera posible.

Estar jubilada y ser ahora una alumna de dibujo y pintura fue muy interesante, pero sobre todo, relajante; la escuela tenía áreas verdes y, pese al calor de la región, no se sentía pesado el ambiente. Como jubilada quería, ahora, pensar en mí, consentirme, hacer por mí misma y para mí lo que antes no había podido por tener tantas obligaciones y niños pequeños; ahora mis hijos estaban grandes y yo me estaba dando este regalo.

Cuando expuse la primera vez en galerías de arte fue muy emocionante y lo fue más ganar el Premio Único en dos oportunidades en aniversarios de la escuela donde se hacía una exposición con todos los trabajos de los estudiantes.

Estar jubilada me ha dado tiempo y posibilidades, donde se suma también mi trabajo en Hive donde he podido crecer un poco más al plasmar mis pensamientos, conocer personas, leer experiencias valiosas y más. ¡Qué vivan los jubilados!