

Prefiero estar solo,
pero me mata la soledad.
Prefiero ser independiente,
pero extraño estar rodeado de gente.
Promulgo “tu puedes hacerlo”,
pero me gusta que me pregunten,
sentir que soy de utilidad.
Preparo a los demás,
para que actúen sin los demás,
pero cuando ya no me necesitan
me dejan un vació en el alma.
Me agobia la permanencia de la gente,
pero me asesinan las despedidas.
Aún no entiendo cómo me enamoro,
ni cómo es que logro encariñarme,
cuando pienso que no tengo corazón,
cteonsque me importa un comino el resto del mundo,
vuelve a mí el ser protector,
quien se preocupa por todos,
en cada instante pienso en como agradarles.
Aún no entiendo mi complicada mente,
que me juega sucio diariamente.
A veces se me olvida lo hermoso de querer,
aunque duelan los desaires,
aunque maten las despedidas,
aunque asesine la soledad,
los momentos de compañía,
los abrazos espontáneos,
el confiar en alguien más,
compensa el dolor de la ausencia total,
almacena recuerdos para jamás olvidar.
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