Amo el silencio de tu mirada
cuando me dices todo y no me dices nada,
en esos momentos, disfruto de los gritos de tu alma
cuando me pides que te de calor
en el azul intenso de tus sentimientos inmensos.

No quiero que me digas nada,
pero no dejes de decírmelo todo,
cuéntame la historia de tu piel
que has escrito con tu alma enamorada.

Es allí, en tus silencios,
cuando siento la fragancia de tus pensamientos,
en esos momentos,
no hay necesidad de palabras
¡ni tuyas!, ¡ni mías!, sólo con una mirada basta.

Nos conocemos así
tan bien, tan simple, pero tan completo
que ya leemos nuestros silencios
cuando en un abrazo profundo
nos hacemos uno, en nuestro complejo mundo.

Así, día a día
vivimos cada momento
como el último, como el primero
con toda la intensidad
que nos dan nuestros silencios.

Cuando estamos juntos,
las palabras no hacen falta
recorremos nuestros cuerpos
sin brújulas, ni mapas
porque conocemos cada palmo
pero siempre descubrimos algo nuevo,
que desata la locura de nuestras almas y nuestros cuerpos.

Cuando tus silencios no están
¡te extraño!, amándote más,
aumentando mi deseo de sentir tu piel,
de recorrer tu cuerpo
con un pincel azul de pétalos
para formar una rosa en tu alma hermosa.

Te amo porque te amo
sin límites de espacio ni de tiempo
con tus silencios y sin ellos
con tus palabras que me acarician
en el momento justo cuando la ola cristalina
nos envuelve con su dulce manto
donde se confunden nuestros alientos.

También amo tus palabras
aquellas que me alientan y motivan mi alma
todas las que me unen cada vez más a ti
en un solo pensamiento,
alimentando mi pasión y deseo hacia ti
es allí, donde nuestros sueños se interceptan
permitiendo a nuestras almas hacerse una
para que se amen a través de nuestros cuerpos.

Por todo esto y mucho mas
alimentas mis sombras
haciéndolas claras
llenándolas de tu luz intensa,
haciéndolas cálidas,
borrando mis miedos,
porque en esos momentos
entre nosotros ya no hay silencio.