Y te llamarán "Anciano" - Reflexión


Hace unos días me quedé muy sorprendida con uno de estos carteles que ruedan por las redes sociales, y que probablemente también hayas visto. En el mismo se sugerían diez recomendaciones para aprender a amar al adulto mayor.

 

Sí, así como lo lee: CÓMO AMAR AL ADULTO MAYOR. Me impacté porque es como si dijera: Cómo amar a los niños, o cómo amar a los adolescentes. No cabe duda de que algunos ancianos no se ganan ni los buenos días, pero eso puede aplicarse a cualquier edad, si nos vamos a ejemplos puntuales. Pero vamos, no quiero ser muy ácida en este texto.
 
Lo primero que pienso es que el amor no puede decretarse, no existen normas, imposiciones o reglas qué cumplir para que surja el amor. Y en el caso de los adultos mayores, estos se han ganado o no, un afecto según como hayan transitado su vida. Entiendo que existe un trasfondo en todo esto, bastante lamentable, y que tiene que ver con el abandono, desamparo y hasta maltrato que reciben muchos, al llegar al final de esa travesía que llamamos vida.
 
Existen, además, derechos humanos que son inalienables, cualquiera sea la cantidad de años que tenga el individuo, además, convivimos dentro de un sistema de valores donde el respeto, debería ser el principal elemento presente.
 
Cuando reviso el cartel que les comento, no se capta quién es el creador del mismo, observo estas disposiciones que deben haber sido creadas para un tipo de sociedad perversa, para seres humanos realmente enfermos con poca o ninguna conciencia, donde el adulto mayor es visto como un verdadero lastre.

 

“Déjalo hablar, porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien”.
 

Conozco familias donde viven adultos con más de noventa años y estos siguen teniendo la valoración y el respeto que tuvieron desde siempre, su palabra es motivo de orgullo para sus hijos y nietos, están llenos de sabiduría, a veces está la pareja, y se reúnen en torno a ellos y son tomados en cuenta para cualquier decisión.
 

“Déjalo vencer en las discusiones porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo”.

 

No encuentro palabras para este exabrupto, y me pregunto ¿es que tienen necesidad de discutir con un adulto mayor? ¿Y dejarlo vencer significa que se le da la razón por el hecho de ser mayor? Existen familias donde todo se logra a gritos y con amenazas, donde las discusiones son el plato diario. Aquí existe un problema familiar de convivencia más allá de que exista una condición senil o no, de uno de sus integrantes.
 

“Déjalo ir a visitar a sus viejos amigos porque entre ellos se sienten revivir”.

 

La mayoría, nos sentimos bien cuando nos visitan o visitamos a nuestros amigos. Niños, jóvenes, y adultos. Entiendo que el cartel habla de aquellos que le tienen prohibida la salida a los mayores. Si tiene alguna condición que le impida salir, podrían llevarlos a hacer la visita, más que dejarlos salir solos.
 

“Déjalo contar sus historias repetidas porque se sienten feliz cuando lo escuchamos”.
 

Escuchar las historias de los mayores una y otra vez fue lo que hizo que me aprendiera muchas anécdotas. Ahora yo las cuento a los míos. Hasta el momento no he conseguido quien me impida contarlas, así como no le impedíamos a la abuela y los tíos que contaran las de ellos.
 

“Déjalo vivir entre las cosas que ha amado, pues sufre sintiendo que le arrancamos pedazos de su vida”.

Qué hermoso cuando el adulto tiene la autonomía para decidir lo que desea y es respetado y no cuando se le permite.
 

“Déjalo gritar cuando se han equivocado, porque los ancianos son como los niños, tienen derecho a la comprensión”.

 

Todo el mundo tiene derecho a la comprensión. Esa tendencia a considerar al anciano, cuando pierde sus habilidades motoras, como un niño, es desconsiderada. Porque implica olvidar que el cerebro es un órgano que no envejece como la otra parte del cuerpo y que cada quien tendrá sus propias características o limitaciones si padece además alguna enfermedad.
 
El grito puede surgir por un tipo de enfermedad, pero también por supervivencia, demanda de atención o imposición de autoridad cuando se sienten desplazados, por lo que la comprensión, en todo caso, es anterior al grito.
 

“Déjalo viajar en el auto de la familia cuando van de vacaciones porque el año que viene tendrás remordimientos de conciencia si tu viejo ya no existe más”.
 

Cuando la familia funciona como tal y los integrantes se manejan con autonomía, este tipo de permiso o recomendación está de más. El anciano querrá viajar o no y eso lo decidirá su propia conveniencia, el sentido común y el amor con el que se relacionen familiarmente.
 

“Déjalo envejecer con el mismo paciente amor con el que dejas crecer a tus hijos porque todo es parte de la naturaleza”.
 

No tengo palabras para este punto. Pensmientos macabros me llegan a la mente.
 
“Déjalo rezar, como él lo sabe, como él quiere, porque el adulto mayor descubre la presencia de Dios en el camino que le falta recorrer”.
 

¿Existirá quien interfiera en esto?, el problema seguramente no será del anciano, sino de quien no espera que su vida se prolongue y le toque a su vez caminar ese vía pintada con absurdos.
 

 
Pienso que como sociedad nos falta mucho que aprender acerca del respeto al ser humano en todas sus etapas. Existen buenas intenciones que se ven truncadas por la falta de coherencia de las mismas. Seguimos aprendiendo.

Contenido original

Imagen principal

El cartel fue tomado del facebook, compartido de manera pública, buscando a profundidad para este post lo conseguí en la página de Asistente Integral para Persona Adulta Mayor.





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