La Síntesis del Mundo
"... Y no más Johann Strauss, ni sus valses minues.
Ni Whitman, ni Mahler.
Mozart y Ravel se marcharon con Pedro Páramo,
las rosas se vistieron de lirio,
y la primavera de otoño.
Como negras hojas sobre el lienzo blanco,
figuraban las letras de los poetas
que se secaron ante el yámbico estridor
del sacerdote y su sentencia.
¡El Claro de Luna! ¡El Claro de Luna!
Beethoven le extrañaría en su tumba,
mientras Caravallo y Tamayo
se iban de rave.
¿Por quién doblan las campanas?
¿Por quién lloran los poetas?
Pregúntose Hemingway,
con temblorosa duda, a las puertas del aquel templo.
Construido, por cierto, con piedra y ladrillo.
Con su ventana al sur, como buscando
a Mantegna, El Greco o a Brueghel en el Prado.
Buscando, sin hallar.
¡El Claro de Luna! Esta noche sin una.
Por los Sófocles y Esproncedas,
por las estrellas de Van Gogh
y el Sacedorte Zadock,
Que tristes contemplaron las lagrimas tardías de la amada...
¿Por quién doblan las campanas?
¿Por quién lloran los poetas?
Si hoy se corona a Salomón,
y lo sabe Natán el profeta.
¿Por quién dobla el claro?
¿y, por quién llora la luna?
Se lamentan los Baudelaires,
y contempla Frederico Lorca:
"¡Qué tristeza tan honda
es mirar los retablos
de dolores y penas
que un corazón levanta!"
Recitóse mientras se levanta,
y se hastía de ver su síntesis del mundo,
del abrazo inconcluso
y del "¡Acepto!" nunca dicho.
¿Por quién doblan las campanas?
Hoy no hay nada que celebrar.
Pues la Cenicienta se ha quedado,
hermosa y sola,
en el altar."
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