Color — B&N

Últimamente he seguido haciendo perspectivas urbanas y fotografías de arquitectura más que de retratos o mi proyecto de desnudos con nudos que venía desarrollando. Espero pronto volver a los proyectos que iba llevando mientras crezco en ambos estilos. En esta oportunidad compartiré tres fotografías de la ciudad cordobesa en distintos puntos y que me transportan a varias sensaciones.

—Un Hatillo
de terrazas—

Esta zona de la ciudad capital de Córdoba, llamada Güemes, me transporta a una zona de Caracas llamada El Hatillo que tenía la misma movida cultural de terrazas, intercambios artísticos, pequeños museos, intervenciones callejeras y artesanos vendiendo su obra. Vivo en una calle que delimita este barrio de Nueva Córdoba (dos de los mejores de Córdoba) y tuve el privilegio (gracias a un venezolano que trabaja en este bar) de subir a una de las terrazas más altas a ver la ciudad en todo su resplandor de atardecer.

—Urbana
llorona—

Antes de que la calurosa primavera (cuestiones del cambio climático) llegara tomé esta fotografía que representa los últimos puntos o etapas del invierno y sus árboles secos que enmarcan los palacios y la muy llamativa arquitectura Argentina que rescata lo tradicional de su cultura.
Una arquitectura a la que no estoy acostumbrado y me alegra mucho haber conocido en el continente suramericano.

—Túnel
plano—

Para mí, los árboles y sus sombras proyectada en el muro de la facultad de ciencias químicas generan un túnel que enmarcan a la chica que disfruta de su día de juegos frente a dicho edificio. Una movida recreativa y familiar dentro de la ciudad universitaria que me transportó a cuando de chico me llevaban a la Universidad Simón Bolívar (en dónde más adelante estudié) a disfrutar de sus jardines, espacios verdes, públicos y de recreación. Costumbres que con el éxodo venezolano, la inseguridad y demás deterioros se fue perdiendo.