El Estuario Del Támesis

En noviembre de 1953, unos pescadores de las islas Canvey, situadas en el estuario del rio Támesis, hallaron un animal desconocido varado y muerto en el fango. Lo sacaron del agua, lo cubrieron con algas y fueron en busca de la policía, que a su vez pidió ayuda a los sabios de Londres. Estos examinaron el curioso animal, lo midieron, lo fotografiaron y admitieron que no se parecía a ningún otro ejemplar ya catalogado.

Era una criatura marina, pero con pies y piernas que le permitían caminar fuera del agua. Erguida, media unos 80 cm. Su piel era color café tirando a rojo, y la cabeza blanda con ojos protuberantes. En esta edad de la técnica, cuando incluso la policía dispone de refrigeradores para conservar lo que sea, los sabios concluyeron que no podían concluir en nada, y mandaron incinerar el cuerpo, después de lo cual ¡se despidieron!



Foto Referencial. Fuente

Poco más tarde, el 11 de agosto de 1954, el reverendo Joseph Overs paseaba a lo largo de la playa, a unos tres kilómetros del lugar donde seis meses antes apareció el animal desconocido, cuando descubrió un extraño cuerpo traído por el mar. Un niño fue a avisar a la policía, y ésta solicitó de nuevo la ayuda de los expertos. Este segundo espécimen estaba en mejor estado que el primero. Medía 1.20 metros y pesaba unos 15 kilos.

El informe de los sabios, esta vez sí hubo informe, precisó que el animal tenía dos grandes ojos, branquias y una boca provista de dientes afilados. Su piel rosada y sin escamas tenía el espesor y la consistencia de la del puerco. Pero lo más extraordinario era el hecho de que ese animal poseía pequeñas piernas en el extremo de las cuales había unos pies minúsculos, rematados por cinco dedos dispuestos en forma de herradura. Y la planta del pie era perfectamente cóncava.

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