
Recordar es vivir… pequeño dicho que ha estado presente en mi desde que puedo recordar y que siempre me ha gustado esta corta versión en ves del original recordar es volver a vivir, dicho que en este caso sirve de motivo para echarle un ojo al buen pasado y poder traer de nuevo al presente momentos dejados en ese ayer que no se ven tan mal desde la perspectiva venezolana de hoy.
En esta oportunidad y después de una breve ausencia propia de un venezolano ”sin luz” les traigo una vieja amiga que fue realizada para una clase de escultura en aquellos días del 2015 en mi universidad… días convulsos en el campo personal, días llenos de dudas vocacionales y una que otra idea existencial que siempre rondaba en mi cabeza desde tiempos ancestrales (xD). Pensamientos que siempre estaban presentes de una u otra forma en mis obras.
Mi inspiración perenne… la naturaleza; sus formas, su ímpetu, sus ciclos y el cómo los articulaba con mis experiencias… ideas que hoy en día exploro más que nunca buscando no solo el añorado lenguaje de mis ideas, sino la conexión siempre gestante entre una obra, su contexto y el espectador.

En este caso, el proceso del tallado en piedra es bastante similar al método que utilizo en la madera; cabe mencionar que esta talla ha sido la única que he realizado con este material y su proceso, como siempre, va de lo “general a lo particular”.
Desde el inicio se realizó un pequeño modelo en arcilla que sirvió como maqueta del tallado a realizar, el cual desde el inicio se le dio la forma más acercada al de la piedra y poder de esta forma trabajar bajo las “condiciones formales similares”





Ya finalizada la maqueta se procedió a delimitar los volúmenes generales, en este caso, esta “coraza” o “el cuerpo de esta semilla”, al igual que definir las “raíces” que brotaban de ella a través de hendiduras lineales que sirvieran de guía y posicionamiento del material a eliminar y a su vez, conservar como parte de la obra.





Poco a poco se fue desbastando material de la piedra develando grandes volúmenes que representan las raíces, su grosor, su curvatura y la relación entre ellas.





Una idea atrevida y riesgosa surgió en el proceso y fue la de penetrar en su totalidad el cuerpo de la semilla, dejando un espacio vacío en el centro de la piedra recubierto por estas raíces que flotaban unas con otras visible a traves de las sombras proyectadas que pueden ser observadas, por lo que con extrema delicadeza se pasó a escarbar y escarbara hasta llegar al centro de la piedra y atravesarla en su totalidad, dejando “ver a través de ella”.





Finalmente se procedió a pulir la superficie, lijando toda la extensión del volumen y aplicando una capa de sellador y barniz que le dio un color caramelizado bastante sutil.


Esta obra titulada: Semilla #1, sin querer tiene las raíces de aquello que desarrollo en la actualidad y siempre ha estado latente en mí. La idea del potencial de esta fuerza de la naturaleza, viva; siempre me ha fascinado, el cómo de un pequeño vehículo de innumerables formas puede surgir la majestuosidad presente en las grandes copas o extensas raíces de los árboles, idea que aplicada en las personas y su “capacidad de…”.
De hacer el bien
De hacer lo correcto
De hacer lo necesario
De hacer sacrificios
En el “hacer” puede que este uno de los secretos de nuestra existencia, el verbo, la acción… guiada y cultivada puede estar presente hasta en el más pequeño acto del día a día.

Como siempre...