Ojos que no ven,
corazón que no siente.
Aquí se asimila que para conmoverse, o vivir la realidad que alguien padece, hay que sentir en carne o corazón propio lo que le ocurre a esa persona.
Del mismo modo, se indica la indiferencia ante sucesos de la vida cuyo interés es mínimo de nuestra parte.
Hasta aquí e refrán del día. Que Dios nos siga bendiciendo.
