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Temo a un solo enemigo que se llama, yo mismo.
Giovanni Papini.
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oris era un chico totalmente calmado, no le gustaban los problemas. Era de aquellos que evitaban pelear, hasta odiaba las películas de acción, prefería las románticas, sobre todo las de comedias románticas. Eso no lo hacía un afeminado, a decir verdad, Boris era un don Juan entre las mujeres. Sabía que hablar con ellas, como dirigir la conversación y sacarle sus más íntimos secretos. Las palabras nacían de sus labios para abordar a una chica, eran mágicas. Por esta razón, sin que Rony se lo dijera, intuía que estaba enamorado de Marcella.
Su amigo no hablaba mucho de ello; pero sus ojos de cordero perdido, las palabras atropelladas que salían de este y, ante todo, la manera que buscaba estar alrededor de ella. Definitivamente, estaba perdido por la chica. El primer amor era siempre demasiado obvio. Alguna vez Boris lo estuvo, aunque no recordaba hace cuanto fue eso.
Intentó por todos los medios evitar que Rony viera el beso, pero fue inevitable. No lo siguió cuando se marchó airado.
Comprendía la naturaleza de su amigo, era lo opuesto a él. Se conocían desde pequeños, antes incluso Boris se llevaba mal con Rony.
Recordó ese suceso, cuando a Rony se le cayeron todos sus juguetes en clases, por inercia todos los chicos empezaron a robárselos, hasta el mismo le robó unos cuantos, pero la rabieta que montón fue descomunal. Los profesores tuvieron que calmarlo o hubiera golpeado a todos en el salón. En los ojos que había visto en su amigo estaba esa misma ira, una que en varias ocasiones demostró. Podía parecer calmado y simpático, pero cuando se enojaba agredía hasta al matón que lo estuviera amedrentando.
-¡Vístanse rápido, debemos marcharnos antes que empiece a llover!- vociferaba el profesor Montaño.
El hombre iba y venía entre la muchedumbre.
Boris comenzó a impacientarse por Rony. Entonces oyó un rugido lejano de un jaguar.
-¿Oyeron eso?- dijeron varios representantes.
-En esta zona no hay ningún animal de esos- murmuraron algunos chicos riéndose.
No tardo mucho cuando empezaron a resonar los disparos.
Al principio el cerebro de Boris lo procesó como unos petardos, de esos que de vez en cuando se hacían estallar en días festivos. Sin embargo, estaban en verano, no había ningún día festivo cercano.
-¡Están practicando aquí cerca otra vez!- exclamaron algunos niños sin prestar atención al sonido.
Eso era cierto. El CANES era un instituto militar, donde le prestaban el servicio al profesor Montaño para dictar sus clases de natación. De vez en cuando, se escuchaban las prácticas de disparos. Por otra parte, las detonaciones estaban siendo muy seguidas, usualmente, duraba un intervalo de silencio.
Entonces aparecieron los militares, armados hasta los dientes, como si fueran a una guerra.La gente comenzó a alarmarse por el ambiente tenso que se estaba cosechando. En eso se acercó un soldado saliéndose de su pelotón.
-¡Tienen que marcharse rápido. Es una orden imperativa!- vociferó el soldado mirándolos a todos.
Los presentes, hasta Boris mismo se quedaron paralizados por el tono que había utilizado el militar. Su timbre de voz era de miedo.
-¡POR DIOS EMPIECEN A MOVERSE!- bramó otro oficial de mayor rango que se aproximaba.
Las reacciones fueron todas distintas. Unas exigían saber que pasaban, otras salían corriendo por la aproximación de los estallidos y unas últimas personas, como Boris se acobardaron mentalmente.
Estaba paralizado, no le gustaba la violencia y vivirla era otra experiencia. Su cerebro había dejado de procesar información.
Sin previo aviso un camión militar apareció por los aires, terminó estrellándose cerca de las arquerías del campo de fútbol. Su explosión pudo mitigar todas las dudas que tenían los civiles. Hasta Boris se empezó a mover.
La gente corría y gritaba como desesperada. Algunas madres arrastraban a sus hijos literalmente. Sin embargo, Boris no podía emitir sonido alguno. Aquello le parecía tan irreal. Y seguían cayendo objetos pesados del cielo.
-¡MUEVETE MUCHACHO DE MIERDA!- gritó el profesor Montaño agarrando por la muñeca a Boris.
Fue cuando recordó a Rony, no había aparecido.
-¡Profesor… falta… Rony!- dijo entre el forcejeo que tenía el profesor.
-¡El seguramente ya salió!- indicó entre gritos.
El profesor no parecía el mismo, una vena en la sien le palpitaba violentamente. Además, su carácter violento se estaba haciendo notorio en cada momento. La muñeca de Boris estaba doliéndole un millar, casi se le salían las lágrimas de los ojos.
No era una persona valiente, nunca había luchado en su vida. No era como Rony.
Otro camión impactó cerca de ellos, la onda explosiva los arrojó a los dos al suelo.
-¡DIOS MIO!- oyó débilmente Boris. -MUEVETE- fue lo que entendió mientras era zarandeado.
Pero la cabeza le zumbaba, los oídos le pitaba y su mente estaba en completa desorientación. Fue entonces que visualizó en un edificio cercano como aterrizaba una figura sobrenatural. Los vidrios del complejo estallaron en millones de partículas, que se esparcieron por el aire.
-¿Qué es eso?- fue lo que dijo débilmente Boris, fue cuando sintió que la mano del profesor lo soltaba.
Boris contempló el desastre que se había originado. El camión se convertía en un objeto totalmente calcinado por las llamas, algunos cauchos rodaban en todas direcciones y por todo el suelo se esparcían trozos afilados de cristales. Lo peor era la imagen del jaguar, estaba allí parado mirándole. No parecía un animal común, poseía porte de humano, eso era lo más extraño. Y de esos ojos bullía ira, casi se le hizo familiar.
Antes que la extraña bestia pudiera hacer algo, se manifestaron los militares disparando a diestra y siniestra. La criatura dio otro magnífico salto y desapareció de la vista de Boris.
Los soldados fueron tras este como desquiciados. No quiso contarlos por estar llorando, pero eran demasiados oficiales que pasaban a su lado.
Era una locura. pensaba allí tirado en el suelo. Observó de nuevo el panorama. El retumbar de las botas era el único sonido que hacia el momento tan real. Entonces captó el camión que estaba prendido en fuego. Tuvo que acercarse un poco para ver unas terribles garras grabadas en el metal del vehículo.
Nadie le prestaba atención y el profesor Montaño estaba desaparecido. ¿Qué debía hacer? Se preguntó asustado, las manos le temblaban con manía. Se acordó de Rony y decidió volver a la piscina a ver si lo encontraba, algo que hizo con contradicción. Todo el cuerpo le dictaba que debía salir de ahí.
…
El siguiente capítulo será publicado el sábado que viene |
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1.Prefacio | |||
2.La primera transformación parte 1 | |||
3. La primera transformación parte 2 | |||
4. La primera transformacion parte 4 |
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