La obligación de ser feliz

Actualmente vivimos en tiempos de ansiedad cultural por ser feliz, tiempos en los que la felicidad es casi considerada una obligación, un factor de riqueza de vida o incluso un objetivo de vida. Tenemos grandes hits musicales dedicados a celebrar la felicidad, imágenes de sonrisas que se desbordan en las redes sociales, los libros de autoayuda, épicos finales felices en películas de Hollywood, esas webs que nos dan consejos para ser feliz, etc; todo con el fin de perseguir quizás uno de los más grandes clichés culturales: la felicidad.

sep14_077.jpg

Fuente

“Happiness is a warm gun”.
John Lennon.


Pero, ¿qué es la felicidad? ¿Es posible alcanzarla?, esto representa una tarea polémica y larga, hasta imprecisa y más si tomamos en cuenta que quizás la felicidad no es algo que deba explicarse o demostrarse sino más bien vivirse. Nuestra cultura de mercado ha sabido aprovechar esta búsqueda masiva y eterna de la felicidad, con la promesa de que si consumimos la alcanzaremos y existen muchos ejemplos de esto, como los que mencione en el párrafo anterior.

Muchas personas pasan gran parte de su vida en búsqueda de la felicidad, creyendo que es algo externo, un objeto que se puede obtener y guardar: contemplable. Considero que la felicidad es una emoción y no un sentimiento, un momento y no un estado, algo efímero y no eterno o constante; un estado del ser que en algunos momentos sube y por lo tanto debe bajar también. Hay un pensamiento con el cual siempre he estado de acuerdo desde hace mucho tiempo, desde que uno se da cuenta que la felicidad no es un estado sino simplemente momentos efímeros que van y vienen, el de Carl Jung: “la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza”, es decir, la felicidad pierde cualquier sentido si no pasamos por momentos de tristeza; y es que acaso ¿no es cuando pasamos largos periodos de hambre lo que nos lleva a valorar y apreciar la comida? ¿No es cuando pasamos largos periodos de frio que valoramos el calor? ¿No es cuando la noche es más oscura que apreciamos la luz del día? Pero claro, hay otra cosa también a tomar en cuenta: la noche es más oscura justo antes del amanecer, y esta perspectiva puede resultar mucho a la hora de vivir. Desde hace tiempo, empecé a ver analogías como estas en todas partes, en todas las escalas, en todos los aspectos y ámbitos. No es posible la luz si no hay oscuridad primero.

La cosa con la felicidad ahora es que existe una necesidad imperante de demostrarla antes otros. Existe una aplicación llamada “Jetpac” que determina que países son los más felices de acuerdo al tamaño de las sonrisas de los retratos publicados en Instagram por los usuarios de cada país, o sea que los que sonríen más grande son los que más sonríen y automáticamente consiguen la distinción de “los más felices”; otro caso es un estudio hecho por un psicólogo de la Universidad de Stanford el cual demostró que contemplar la felicidad de otros en Facebook nos deprime, ver a nuestros “amigos” irradiando felicidad nos hace pensar que como nosotros no nos encontramos igual que ellos en ese momento, ellos son más felices y eso nos deprime; también tenemos otro ejemplo que es la campaña #100HappyDays que reta a las personas a pasar un momento feliz durante 100 días y postear en una red social la foto del generador de dicho momento. Como les dije, vivimos en tiempos donde lo importante es demostrar felicidad más que de vivirla en sí, y esto es lo que tienen en común los tres ejemplos que acabo de mencionar, esa necesidad de demostrar felicidad ante los demás.

Black-Mirror-rueda-su-tercera-temporada-en-Gran-Canaria_landscape.jpg

Fuente


En los tiempos actuales tengo que certificar mi felicidad o experiencia posteando una prueba de ellos en alguna red social, es decir certificarla ante una comunidad, para poder así creerla. Entonces es luego que el asunto se transforma en una competencia para ver quién es más feliz, y debido a lo pasajero que es la felicidad, tendemos a inmortalizar dichos momentos en fotografías rápidamente. Claro, no quiero decir que tomar una foto de algún momento feliz este mal, pues creo que el hecho de poder inmortalizar el tiempo a través de una fotografía es una de las cosas más hermosas que hay, sino al contrario, es una actividad que hacemos porque queremos recordar los buenos momentos para siempre; el problema no es la actividad en sí. Pero ¿por qué tengo que demostrar mi felicidad en las redes sociales para poder creerla? ¿Y si un día simplemente no quiero tener momentos felices sino entregarme a la tristeza? ¿No debo postearlo también? ¿Y si prefiero quedarme con mi felicidad para mi nada más tan solo disfrutándola o compartiéndola en el mundo real en vez de hacerla viral?

Personalmente, este ha sido uno de mis “conflictos” con la sociedad, una sociedad que nos alienta a mostrarnos felices pero que no valora los trajines que conlleva dicha emoción, una sociedad superficial que aplaude la felicidad y condena la tristeza porque no comprende que es necesario estar tristes primero para poder estar felices. Recuerdo que cuando Facebook estaba en sus primeros años, y alguno de mis “amigos” posteaba un estado que denotaba tristeza, molestia o alguna otra emoción que no se considere positiva, yo inmediatamente le daba like a la publicación, no en plan “me gusta que estés mal” y de hecho vivía con el temor a esa malinterpretación, sino más bien en plan “me gusta que expreses tristeza/molestia/etc y no felicidad todo el tiempo”. Expresar emociones negativas en estos tiempos donde solo eres popular al mostrarte feliz me parece no solo un acto admirable de rebeldía sino también un acto de valor, de honestidad, de no conformismo y de humanidad. Más aún si tomamos en cuenta que la felicidad no es algo que encontremos en el exterior, sino por el contrario, en el interior, en las experiencias y momentos más íntimos de nuestra existencia; se trata de sentirse bien consigo mismo, de disfrutar la mera compañía propia. Vivimos en una sociedad que no está consciente ni le saca provecho a los jugos de la tristeza o la melancolía como motor de acción (acciones que nos pueden generar felicidad, por lo tanto, motor de felicidad)

De cualquier manera, cuando te sientas feliz, independientemente de la razón (un premio o un simple paseo al parque), no olvides tomar una foto y subirla a tus redes sociales de preferencia, o mejor aún: a Steemit.
H2
H3
H4
Upload from PC
Video gallery
3 columns
2 columns
1 column
32 Comments