Retrato de unas calles olvidadas por Dios | Fotografías en Blanco y Negro

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Yo vengo de donde usted probablemente no ha ido, yo he visto cosas que probablemente usted no ha visto.

Estas calles solitarias que me vieron crecer, donde el dinero se suda y la gente come arepa con sardina. Donde el señor del carro viejo nos hacía transporte hasta el colegio cuando niños. De la señora con el guayoyito en la mano y una sonrisa en la cara. Donde las madres tienen el corazón en la mano después de las 6pm si sus hijos no han regresado, donde hijo cuídate, me avisas cuando llegues.

Estos callejones donde se jugaba fútbol con una pelota rota y vieja. Por estas calles que cuando caía un aguacero, nos bañábamos con plena felicidad y llegábamos a la casa empapados a recibir el regaño de mamá y a echarnos un baño para no resfriarnos. Éstos hogares donde papá llegaba en las noches, cansado, con hambre, destruido por la sociedad y las largas jornadas laborales pero con la sonrisa en el rostro de ver a sus muchachos felices corriendo para abrazarlo.

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Por éstas calles de las que los políticos sólo se acuerdan cuando hay elecciones cerca. Que prometen convertir en mansiones a las casas de latón. Pero que cada año decaen en más pobreza, decae la esperanza, los sueños de los niños se van tornando grises con el pasar del tiempo. Las calles donde aún se vuela papayo, se juega trompo y hasta metras si es que el tiempo no las ha borrado todas.

Aquí hace años, muchos años, que Dios se olvidó de la gente. Los abuelos recuerdan entre risas y nostalgia cuando eran sólo algunas casas y algunos afirman que éstos son sólo tiempos de cambio. Hoy en día la zozobra, la angustia y la desolación reinan por éstas callejones. Pero para qué hablar, cuando las fachadas hablan por sí solas.

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El muro de las palmas

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Los callejones...

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Escapa por tu vida


Recuerdo las largas charlas de la abuela, donde nos servía café con leche y galletas y nos hablaba de cómo debíamos ser de grandes. Con metas, dedicados a nuestras familias, siempre con la frente en alto y recordando de dónde venimos y teniendo claro hacia donde vamos. Estudie, eso es lo que lo hará ser diferente entre tanta miseria. Una de las tantas frases de la abuela, pero mi favorita y la que tanto me intrigaba era aquella que decía en los momentos de angustia... Que Dios nos agarre confesados... nunca entendí con certeza qué quiso decir la abuela en aquel momento con esas palabras, pero vaya que marcaron mis días. Y hoy me atrevería nuevamente tomar sus palabras y dedicarlas a estos callejones, que así como estos, hay cientos regados por toda Venezuela. Que dios nos agarre confesados, ala abuela, a mi familia y a todos los que caminamos a diario por estas calles para ganarnos el pan de cada día...

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Hasta aquí mi post, gracias por leerme y apoyarme! Nos leemos en el próximo.

Fotos realizadas con mi cámara Nikon COOLPIX L810
Texto y fotografías propias de mi persona @angeled

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