Recomendación Literaria :Mujeres de Charles Bukowski

¿ Quien es Charles Bukowski ?
La escritura de Bukowski está fuertemente influida por la atmósfera de la ciudad de Los Ángeles, donde pasó la mayor parte de su vida. Murió de leucemia en 1994, a la edad de 73 años. Hoy en día, es considerado uno de los escritores más influyentes y símbolo del "realismo sucio" y la literatura independiente.
Sinopsis del Libro :
Henry Chinaski es un escritor que ha tenido mala suerte en el amor y la vida, tiene 60 año esta divorciado y tiene una hija, lleva cinco años sin acostarse con ninguna mujer, ha comenzado a tener cierta reputación como poeta y esto le desagrada un poco, se masturba constantemente y divaga entre mares de cerveza, ve el mundo como una puta mierda pero esto empieza a cambiar a raíz de que comienza a interactuar con diversos tipos de mujeres que lo llevan al limite, jovenzuelas que aspiran a ser escritoras, alcohólicas, drogadictas, divorciadas y solteronas que buscan en el algo de calidez, sumado al cinismo que aveces posee la vida, escrita de manera de un diario autobiográfico Bukowski no enseña a través de la universidad de la vida y sobretodo Mujeres que la locura no esta en el fondo de una botella, si no en ese mar de emociones que representa cada mujer indiferentemente que la ames o no, llega a comprender que su actitud ante ellas estaba equivocada y por ende esta novela desde mi punto de vista es su redención hacia ellas.
¡Frases de Mujeres que no te dejaran indiferente!
Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo. Cuando veo una mujer me la imagino siempre en la cama conmigo. Es una manera interesante de matar el tiempo en los aeropuertos. Parece una historia sobre sexo y borracheras, cuando en realidad es un poema sobre el amor y el dolor.
Nada estaba en armonía. La gente sólo abrazaba a ciegas lo que se le pusiese delante: comunismo, comida natural, zen, surfing, ballet, hipnotismo, terapia de grupo, orgías, paseos en bicicleta, hierbas, catolicismo, adelgazamientos, viajes, psicodelia, vegetarianismo, la India, pintar, escribir, esculpir, componer, conducir, yoga, copular, apostar, beber, andar por ahí, yogurt helado, Beethoven, Bach, Buda, Cristo, jugo de zanahorias, suicidio, trajes hechos a manos, viajes en jet, Nueva York, y de repente todo ello se evaporaba y se perdía. La gente tenía que encontrar cosas que hacer mientras esperaba la muerte.
-Ninguno de nosotros sabe bien cómo usar del sexo, qué hacer con él –dije yo-. Para la mayoría de la gente el sexo es sólo un juguete, para echarlo a correr. -¿Qué hay del amor? –preguntó Valerie. -El amor está bien para aquellos que pueden soportar una sobrecarga psíquica.

Estaba constantemente cachondo y me masturbaba continuamente. Le hacía el amor a Lydia y luego por la mañana volvía mi casa y me masturbaba. El pensamiento del sexo como algo prohibido me excitaba más allá de toda razón. Era como un animal aplastando a otro hasta la sumisión. Cuando me corría sentía como si fuera en la cara de todo lo decente, blanca esperma resbalando por las cabezas y almas de mis padres muertos. Si hubiera nacido mujer seguro que hubiera sido prostituta. Como había nacido hombre, anhelaba constantemente mujeres, cuanto más guarras mejor. Y sin embargo las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarlo para mí. Básicamente deseaba prostitutas porque eran duras, sin esperanzas, y no pedían nada personal. Nada se perdía cuando ellas se iban. Pero al mismo tiempo soñaba con una mujer buena y cariñosa, a pesar de lo que me pudiera costar. De cualquier manera estaba perdido. Un hombre fuerte pasaría de ambos tipos. Yo no era un hombre fuerte. Así que continuaba bregando con las mujeres, con la idea de las mujeres.“
Dejé el teléfono. Pensé en Sara. Pero Sara y yo no estábamos casados. Un hombre tenía sus derechos. Yo era un escritor. Era un viejo indecente. Las relaciones humanas nunca solían funcionar. Sólo las dos primeras semanas tenían algo electrizante, luego los participantes perdían el interés. Las máscaras caían y la realidad aparecía: dementes, imbéciles, chiflados, rencorosos, sádicos, asesinos. La sociedad moderna había creado su propia especie y la había enfrentado entre sí. Era un duelo a muerte en un cerco sin salida. Lo más que podía uno esperar de una relación, decidí, eran dos años y medio como máximo. El rey Mongut de Siam tenía 9000 esposas y concubinas; el rey Salomón del Antiguo Testamento tenía 700 esposas; Augusto el fuerte de Sajonia tenía 365 mujeres, una para cada día del año. Sanidad en números.
Si hubiera nacido mujer seguro que hubiera sido una prostituta. Como había nacido hombre, anhelaba constantemente mujeres, cuanto más guarras mejor. Y sin embargo las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarlo para mí. Básicamente deseaba prostitutas, porque eran duras, sin esperanzas, y no pedían nada personal. Nada se perdía cuando ellas se iban. Pero al mismo tiempo soñaba con una mujer buena y cariñosa, a pesar de lo que me pudiera costar. De cualquier manera estaba perdido. Un hombre fuerte pasaría de ambos tiempos. Yo no era fuerte. Así que continuaba bregando con las mujeres, con la idea de las mujeres.
Yo era sentimental respecto a muchas cosas: unos zapatos de mujer bajo la cama; unas horquillas olvidadas; la manera como decían <<Voy a hacer pipí>>…; cintas de pelo; pasear por el bulevar con ellas a la una y media de la tarde, sólo dos personas caminando juntas, las largas noches bebiendo y fumando, hablando; las discusiones, los pensamientos de suicidio; comer juntos y sentirse bien; las bromas, la risa saliendo de ninguna parte; sentir milagros en el aire; estar juntos en un coche aparcado ; comparar pasados amores a la tres de la madrugada; que te dijeran que roncabas, oírlas roncar; madres, hijas, hijos, gatos, perros; algunas veces la muerte y otras el divorcio, pero siempre yendo adelante, siguiendo a través; leyendo a solas un periódico y comiendo un triste sándwich sintiendo náuseas porque ella ahora estuviese casada con un dentista tartamudo; hipódromos, parques, picnics; incluso cárceles; sus estúpidos amigos, tus estúpidos amigos; tu bebida, sus bailes, tus filtreos, sus filtreos, sus píldoras, tus polvos con otras personas y ella haciendo lo mismo; dormir juntos
Mujeres: me gustaban los colores de sus ropas, su manera de andar, la crueldad de algunos rostros, de vez en cuando la belleza casi pura de una cara, total y encantadoramente femenina. Estaban por encima de nosotros, planeaban mejor y se organizaban mejor. Mientras los hombres veían el fútbol o bebían cerveza o jugaban a los bolos, ellas, las mujeres, pensaban en nosotros, concentrándose, estudiando, decidiendo, si aceptarnos, descartarnos, cambiarnos, matarnos o simplemente abandonarnos. Al final no importaba, hicieran lo que hicieran, acabábamos locos y solos.
@edujazz/te-gusto-la-universidad-entonces-amaras-el-trabajo
Muchas gracias por leerme y lean al Señor Bukowski les enseñara mas que los libros de auto-ayuda.