¿Quién soy?

Empezaré aclarando que no soy yo, soy El otro. Me parezco a ti y a tu vecino. Soy capaz de hablar de todo y nada a la vez. Sopeso una existencia observadora que intenta aprehender su entorno. No me oculto detrás de un nombre o algún documento que me identifique, por tanto, no esperes una fotografía al final de la publicación; en cambio, mantente sin expectativas.

Te advierto, vine a aburrirte con cada artículo que leas. Ando en busca de sentido en medio del absurdo que es la vida, mientras recorro la senda decidí estar por aquí retando a mi creatividad. La idea principal tras la creación de la cuenta es tratar diversos temas; y no, mi vida no es tan interesante como para hablarte del dragón que habita en mi armario, o del ciempiés que tengo por mascota. Sin embargo, en la maleta traigo algunos cuentos que no son cuentos sino pensamientos narrados, los cuales, serán publicados pese al cutre aspecto de mi narrativa.

Debo acotar no soy escritor (tampoco aspiro «serlo», prefiero no llevarme nada a la nariz), no sé tocar el piano, se me da mal actuar, vender no es lo mío y quien me conoce a fondo se entera de que no sé nada. A veces peleo con otros inquilinos mentales que quieren ocupar mi lugar y vivir mi vida, normalmente pierdo la batalla y al final del día termino sin saber quién soy. Sin embargo, a la mañana siguiente vuelvo a adaptarme al cuerpo e intento vivir lo mejor que puedo.

La pregunta del título me la llevo haciendo desde que se rompió el cascarón y asomé el pico. Sí, me sorprendí al ver la altura; por fortuna, la secoya en cual se encontraba el nido era capaz de aguantar sismos de magnitudes inimaginables. Recuerdo con claridad que a los pocos meses me topé con un espejo y solté un graznido cuyo sonido se asemejaba a un mugido y podía confundirse con un grito. Vi tanta belleza en ese momento que creí ser la reencarnación de narciso.

Fui creciendo y conociendo seres que decían ser hombres con una seguridad desconcertante. Me burlaba de la perfección con cual ignoraban sus defectos. Reía a carcajadas cuando hablaban de moral y/o virtud, fumadores empedernidos que a espaldas del mundo cometían actos infames.

También suelo divagar sobre la existencia y, en más de una ocasión me suicidé al ver de cara a la realidad (luego les cuento), pero el arrepentimiento me hizo resucitar una y otra vez. Fui religioso y ateo, en ese mismo orden. Y así he ido viviendo, siendo un pensador libre sin poder definir con claridad la libertad. Aquí entre nos: Medardo Fraile tenía razón cuando escribió «La trampa».

En fin, tengo más de una eternidad sobre la faz de la tierra y me parece poco, debido a ello considero a la muerte como la única amiga que podría salvarme; lastimosamente soy inmortal. No, no pienses que estoy loco, menos que digo disparates…, pero... tampoco creas que estoy cuerdo. Recuerda: no soy yo quien escribe, es el vecino similar a ti; pero que al final resulta ser… ¡El otro!

22SEPARADORCORTO.png

La imagen utilizada pertenece a Malik Earnest, fotógrafo de Unsplash.com.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

H2
H3
H4
Upload from PC
Video gallery
3 columns
2 columns
1 column
35 Comments