A las 9 am aún se puede escuchar a los pájaros cantar, el clima no es ni tan caliente ni tan frío: el día es joven, como en la vida misma amanezco con esperanzas de hacer todo lo que me proponga mientras haya sol. Pero irremediablemente me encuentro muchas veces a las 10 pm preguntándome qué falta por hacer.
¿Es que ya no aprovechamos el tiempo tanto como antes? ¿Cuando no existía la electricidad, las personas estaban más conscientes de lo limitado y rápido que pasa el tiempo? ¿O es que solo soy un night owel?
La dependencia de la electricidad, y los aparatos electónicos a su vez, es tan grande que cuando nos quedamos a oscuras, mi hermano y yo permanecemos frustrados sin saber qué hacer. Así que cuando se fue la luz hace unos días, irritados porque aún nos quedaban cosas por hacer, sin poder hacerlas, simplemente permanecimos sentados uno al frente del otro, mirándonos y hablando.
Camilo y yo no somos tan apegados, pero podemos charlar sin problema cuando queremos.
La oscuridad, para mí, es como una máquina del tiempo, ¿Es esto lo mismo que veía la gente hace 200 años, cuando aún no había electricidad? no sé, pero puedo suponer que es lo más acertado posible. Con luz por toda la casa, puedo estar tranquila sabiendo que todas mis cosas están en su lugar, pero cuando todo está negro lo único que puedo pensar es que de mis ojos se escapan, y desaparecerán hasta que amanezca.
Mi mamá y yo hablamos de que con razón hay muchas leyendas de muertos, y me acuerdo de cuando no paraba de pensar en La viuda Negra y a la hora de dormir, veía la silueta de una mujer con una capa en mi mosquitero.
Después me di cuenta que cambiando la posición del mosquitero la viuda volvía a ser sombras distorsionadas.
No podía imaginar lo que sufría la gente asustadiza como yo, antes, cuando vivían en casas sin luz, ya que incluso las más pequeñas se sienten inmensas en la oscuridad.
¿Esta negrura es la misma de antes?
Eran este tipo de cosas las que se me cruzaban a la mente mientras esperaba a que la luz volviese.
Como dije antes, Camilo y yo no somos tan apegados por lo que me pareció un buen momento para conversar con él, así que sentados al frente del otro lo vi hablar, y como teníamos pocas velas le gustaba acercar su rostro a esta como si fuera un micrófono, para que yo lo pudiera ver (¿para que supiera que sí estaba al frente mío, quizás?). Me gustó ver que su cuerpo se perdía y solo quedaba su cabeza, como flotando, de mi hermano solo quedaba un rasgo más, quizás el más importante.
A Camilo le gusta que le tomen fotos, lo puedo notar porque no se pone incómodo, como la mayor parte del tiempo está y se rie nervioso cuando le pregunto
¿Te puedo tomar fotos?
Así que decidí sacar la cámara y aprovechar ese tiempo que cinco minutos antes parecía que iba a ser una pérdida. En estas fotos siento que mi hermano pierde pero gana algo, es bonito ver lo importante que es su cara cuando todo lo demás no está.
Algo que quizás no se nos hubiera ocurrido hacer si la luz no se hubiera ido, lo pudimos concretar esa noche con solo un aparato electrónico: la cámara.
Camilo es guitarrista y como todo músico, tiene que estudiar todos los días así que no dejó que la falta de luz se lo impidiera y junto a una vela tocó. Yo lo grabé mientras tanto, hasta que empezó a equivocarse cuando se dio cuenta que alguien lo estaba espiando.
Esa noche nos dimos cuenta, Camilo y yo, que con una vela, con un atisbo de lo que es la luz, es posible,