Todos tenemos el mismo mundo emocional, porque lo compartimos del Todo, aunque a través de cámaras personales.
Si esas cámaras estuvieran limpias, sin obstáculos, todo fluiría, y solo nos sucedería lo mejor para nuestra felicidad.
Pero ocurre que en estas cámaras guardamos conceptos de experiencias vividas que no hacen sino ocupar espacios que impiden que nuestros deseos quepan.
Para solucionar esta situación, lo primero que tenemos que hacer es entrar en nuestra cámara emocional personal e identificar qué hay en ella, cuánto espacio ocupa, y cuánto queda libre.
Lo normal es que digamos: «¡Oh, cómo iba a poder caber la grandiosidad de lo que anhelo, si esto está lleno de trastos. No es posible!».
Entonces, vamos a mirar honradamente, a ver qué hay allí que no es igual al amor, la armonía, la paz, la satisfacción, el equilibrio, la autoestima…, y vamos a ir vaciando nuestra cámara de todo ello.
Todas estas cosas las puedes «ver»; son las experiencias que te vinculan con los otros de manera incorrecta. Y estas, no solo ocupan espacio destinado a lo perfecto, sino que atraen más de lo mismo.
Identifica, como si fueran objetos, cada una de tus relaciones equivocadas que han ido quedando en tu mundo emocional como referencia, y disuélvelas, una por una. Luego, mira tu cámara vacía, disponible, limpia, preparada, iluminada.
Y ahora, abre la puerta para que entre la luz de tus deseos.