Leyendo mientras esperaba el subte, me entero que se registró el mayor desplome en el consumo de carne desde que se tiene registro en mi país.
La "fiesta" de comer carne se acabó.
Los repuntes durante los gobiernos de Nestor y Cristina Kirchner (2003-2015) se debieron a un aumento en los impuestos a la exportación de algunos cortes populares (para así subvencionar el consumo interno), así como cupos a la exportación, de forma que el mercado interno no quede desabastecido por vender a otros países, logrando aumentar el consumo interno de carne, al mismo tiempo que estabilizaban su precio interno.
Vacas gordas para mil millones de chinos
Vacas flacas para los 40 millones de argentinos.
Resulta que los precios aumentan por mayor demanda, pero no necesariamente demanda Argentina, sino que los chinos tienen un problema muy grave con los cerdos por lo que están matando a cientos de millones debido a enfermedades derivadas de la cría industrial de animales para consumo humano.
¿Será que terminaremos exportando carne vacuna y el consumo de carne se desplomará a mínimos nunca antes vistos en la historia? O... ¿será que nos impondrán las famosas hamburguesas que presentaba Bill Gates hace unos meses hechas en base a la soja cancerigena?
De lo que no queda dudas, es que tendremos ciudadanos que comerán carne de animal, mientras que los menos favorecidos terminarán comiendo carne hecha en base a soja transgénica, porque recordemos que los cultivos de soja tienen el sello cancerigeno de Monsanto-Bayer, el cual fue probado y vendido a sabiendas de que provoca cáncer a los que están expuestos en zonas de cultivo, y no sería de extrañar que también a quienes consumimos la comida o derivados producidos con ese herbicida.
¿Tomaremos consciencia a tiempo?
El tiempo apremia, seguimos con la máquina de consumo funcionando a tope, no crecer es una mala palabra para el capitalismo salvaje, crecemos como un cáncer en el cuerpo social, hagamos click antes de que sea demasiado tarde, lo que antes quedaba en el horizonte del futuro, hoy nos toca la puerta a nosotros, como para avisarnos cortésmente de lo que se avecina. ¿vamos a dejar pasar la oportunidad de salvarnos?
