Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas – Los Chinamitos de Dianora

Escribí este cuento para participar en esta nueva ronda de concursos de las hermanas Cabrera, en esta oportunidad para el concurso de @Marlyncabrera.

Había que inspirarse en un mito o leyenda latinoamericano y escribir un cuento para asustar; escribí inspirada en el que más me asusta a mi.

En Nueva Esparta se habla de “Los Chinamitos” para referirse a unos duendes que se dice son espíritus de niños que han fallecido sin ser bautizados que en su empeño por conseguir compañía se le aparecen a otros niños para llevárselos y transformarlos como ellos. La historia asegura que se ven como niños normales, solo que al caminar lo hacen con la punta de los pies y ocultan sus orejas puntiagudas en el cabello. Fuente

Seguramente en otros lugares hay leyendas o mitos similares a este, me podrían contar en los comentarios.
Bueno, les dejo mi participación y recuerden que soy nueva en esto de escribir relatos.

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Los chinamitos de Dianora.

Esa noche también soñó con los niños; eran un poco pálidos, de orejas alargadas y caminaban de puntillas. Los encontró jugando con Miguelito, hacían barquitos de papel y se reían por todo; pero había algo en aquellos niños que la inquietaba.

Cuando sonó el despertador abandonó el sueño pesadamente, preparó el desayuno. Miguel no quiso comer, como siempre que le daba avena. Hacia una semana que soñaba con aquellos niños, siempre jugaban con su hijo de 4 años, nunca los oía hablar, solo reír.

Esa noche algo fue distinto; los niños jugaban pero uno de ellos se acercó a ella y le mostró un dibujo, cuando sus ojos se despegaron del papel no estaban los niños y tampoco estaba Miguelito por ningún lado. Corrió por toda la casa y no los halló, luego salió y ahí estaban. Llevaban a su pequeño de la mano y cuando ella quiso acercarse no se pudo mover. Los veía atravesar el jardín mientras estaba inmóvil, entonces empezó a llorar y pudo moverse. Corrió hasta su hijo y los niños empezaron a gritar tan fuerte que se rompieron las ventanas. El estruendo la despertó violentamente, respiraba agitado, tenia lagrimas en los ojos y su corazón latía desbocado; la gata había tirado un florero.

Dianora no pudo volver a conciliar el sueño esa noche, ni al día siguiente, ni al tercero...

Para el viernes tenia más de 72 horas sin pegar ojo y cabezeaba por la casa, pero cada vez que empezaba a quedarse dormida podía escuchar las risas de los diablillos (dejó de pensar en ellos como niños), su instinto le decía que si se dormía algo malo iba a pasar.

Le contó a su prima lo que había pasado y esta le dijo que los duendes querían llevarse a Miguelito porque no estaba bautizado; ella nunca había sido religiosa, no creía que eso fuera cierto, pero estaba asustada. Recordó que la abuela la hacía dormir con estampitas de la virgen guardadas en su almohada y que peleaba con su papá porque él no quería que la bautizaran. La abuela había muerto antes que Miguelito naciera, no podía ayudarla.

Para el sábado ya no los oía solamente cuando se quedaba dormida, sino que empezó a escucharlos a cada rato. Miguel la sacó de sus pensamientos pidiendole que le hiciera un barco de papel. Esa petición la puso a temblar violentamente; tenia que encontrar una solución a todo aquello antes de que fuera tarde.

Había perdido la cuenta de las tazas de café, montó la cafetera por enésima vez y se sentó a esperar. Los niños estaban allí, jugaban a las escondidas con su pequeño, reían con ese toque travieso que le asustaba tanto a Dianora. Ella corrió hasta su hijo y lo abrazó, empezó a gritarles que se fueran, que los dejaran en paz. Los niños la miraron y empezaron a gritar; las ventanas estallaron, los floreros se rompieron, la bajilla entera estalló. Luego se hizo el silencio. Los niños se acercaron, la tomaron de la mano y le acariciaron el rostro. Poco a poco el miedo se fue y comenzaron a jugar con ella y con Miguel, ya no tuvo miedo nunca más.

Cuando la vecina fue a pedirle una taza de azúcar el lunes, nadie abrió la puerta; el olor que salía de la casa era putrefacto así que los vecinos forzaron la cerradura. Dianora se había dormido recostada sobre la mesa y Miguel estaba en su cama. La cafetera seguía sobre la cocina, el gas estaba abierto.

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Aquí se pueden enterar con detalle de que va este concurso y como participar.

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