Hola mis amigos, todas las buenas vibras para todos.
Como ya se está haciendo costumbre por aquí, hoy les vengo a mostrar parte de una sesión de fotos que realicé hace un tiempo y de como con ayuda de la naturaleza que nos rodeaba se puede sacar provecho para realizar unas bonitas fotografías y retratos. La verdad no es tan complicado como parece, así que sin más empecemos.
Las flores y ella.
El lugar donde nos encontrábamos no era el más "natural" ya que era como unas ruinas de un antiguo castillo de piedras ubicado en el sur este de Caracas. Habían pocas matas, poco verde, pocas flores y eso nos estaba haciendo perder las esperanzas y el tiempo aquella tarde.
Caminando y buscando por donde lanzar una foto de la nada aparecen estas florecitas blancas tirando a rosadas que combinaban perfectamente con el vestido de ella, mi modelo. Era la oportunidad perfecta. El fondo no es el más elegante aunque después nos dimos cuenta que combinaba con sus ojos, pero no nos importaba, lo relevante eran aquellas flores y ella. Y como si fuera parte de esas flores le dije que se colocara entre ellas a ver que salía y pues el resultado no fue tan malo. Todo es cuestión de ENCUADRE y PUNTO DE ENFOQUE.
Con el cielo de cómplice.
Ese día en Caracas fue brutal, un clima casi perfecto si no hubiese sido por el sol que hizo. Porque no mi gente, el sol no es para nada un amigo de los fotógrafos. Así que en fin, en nuestra búsqueda por más lugares nos encontramos con este pequeño jardín, un poco más arriba de donde estuvimos en la foto anterior. Esto es en el mirador de Valle Arriba aquí en la capital.
Por casualidades de la vida, estas flores también combinaban con el vestido que ella llevaba, cosa que nos hizo bastante gracias porque parecía que la naturaleza estaba jugando a nuestro favor. Ese contraste del azul del cielo con lo rosado de las flores es muy fuerte y fue lo que hizo que me decidiera a hacerle la foto en aquel lugar. Después de buscar la posición perfecta para que el sol no estorbara en el retrato, este fue el resultado.
Los ojos son las ventanas del alma.
Ella tiene unos muy bonitos ojos, unas pepas marrones que resaltan hasta de noche y pues no quise perder la oportunidad de hacerlos resaltar un poco en esta sesión.
Para mi todo encaja, ella, su vestido floreado, sus ojos marrones que combinan con todo, lo verde del lugar. Y aunque no lo crean, nada de esto fue cuadrado. Todo fue buscando y sabiendo combinar lo que teníamos con lo que el entorno nos iba ofreciendo. La clave es ir pensando sobre la marcha y empezar a probar e ir viendo que sale bien y que no tanto. Con el pasar del tiempo y de la practica todo será más fácil y los resultados serán cada vez más óptimos y agradables a la vista de todos.