Agobiado, sin embargo, no declina en su búsqueda. Resignado el cuerpo a los estragos del tiempo; resistente el espíritu, que se materializa por la pluma como aliento que se condensa por el frío plano de un vidrio.
San Jerónimo escribiendo - Caravaggio
El brazo extendido, apartándose indiferente del viejo en dirección al cráneo (¿su cráneo?), es puente a la vez que espejo. La cola de un escorpión. Sospecha, acaso, el viejo, las dos cuencas desiertas que al otro lado del tiempo lo observan, pues al clavar el aguijón entintado se aproxima a su muerte.
No corren brisas bajo tierra. No respira lo que yace escrito. Sin recuerdos ni reflejos, dos ojos negros enfrentan su eterna noche ciega.