Os presento un relato que he escrito motivado por el concurso que ha puesto en marcha @marlyncabrera. Está basado en la leyenda hondureña del Sisimite.
Después del relato os dejaré más información acerca de esta leyenda.
A continuación os dejo el relato. Espero que lo disfrutéis.
La huída
Los amantes compartían sudor y éxtasis bajo la lengua encendida del atardecer. Destellos dorados vibraban como fuegos lejanos sobre sus pieles erizadas. En el horizonte, la oscura silueta del Cerro Brujo coronaba el bello paraje hondureño. Ella clavaba las uñas en los glúteos de él cuando un ahogado lamento les sorprendió desde la maleza.
Alguien o algo cayó junto a la pareja provocando un crujido seco. La unión se deshizo con brusquedad y los dos amantes, aún jadeantes, reptaron por el suelo alejándose de la confusa forma que yacía deshecha entre sangre y sudor. Al fijar con esmero la vista, pudieron discernir una mujer desnuda. Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices, manos y pies ennegrecidos por la mugre y el roce. Algunas heridas jóvenes aún sangraban. Un cabello largo y oscuro se enredaba enmarañado entre los brazos y los dedos. Su respiración era agitada.
—Ayuda —farfulló levantando una mirada casi apagada.
La chica se soltó de la mano de su pareja y se acercó a gatas, con cautela. Él trató de detenerla, pero ella se zafó con delicada eficacia.
¿Qué ha ocurrido? Ven, siéntate aquí.
El chico agarró una de las mantas sobre la que instantes antes yacían y se la dió a su novia, quien cubrió con ella a la mujer. Ésta se enroscó en el suelo como un cachorro.
—Mi hijo, mi hijo… —lamentó entre sollozos.
—Me llamo Lucía, él es Héctor. Cuéntanos qué te ha pasado —dijo vistiéndose mientras Héctor hacía lo propio.
—Mi hijo, no he podido salvar a mi hijo —se lamentó.
—¿Dónde está? ¿Qué le ha pasado?
Héctor se subió a unas rocas cercanas mientras trataba de otear más allá del precario campamento. La oscuridad era cada vez más densa y la vegetación se tornaba amorfa ante la falta de luz.
La mujer aún estaba visiblemente nerviosa, pero se sintió con el valor suficiente de explicar lo que le había ocurrido.
—Nadie me va a creer, igual que hice yo con los que antaño me avisaron —comenzó a relatar entre bocado y bocado—, pero os aseguro que es tan real como el Sol o la Luna.
Un crujido lejano le hizo volverse hacia la nada.
—Tranquila, aquí no hay nadie más que nosotros tres —dijo Héctor—. Ya estás a salvo, mañana por la mañana bajaremos al pueblo y volverás a casa.
—Mi niño… mi querido hijo… —el llanto volvió a ahogar sus palabras—. Tengo que volver a por él, tengo que volver como sea.
—Mañana buscaremos ayuda en el pueblo —dijo Lucía—. Ahora no podemos hacer nada, descansa.
—No, tiene que ser ahora o si no él nos encontrará y me matará.
Esas palabras flotaron en el aire haciendo la situación más complicada de lo que ya era.
—¿De qué hablas? —preguntó un angustiado Héctor—. ¿Alguien te persigue? Explícanos qué está pasando.
—Es un monstruo. Es el padre de mi hijo —las lágrimas se juntaron con la saliva que caía de su boca—. Es un Sisimite de las cuevas.
Héctor le dedicó una discreta mirada a Lucía mientras dibujaba varios círculos en su sien con el índice.
—No estoy loca —aseguró la mujer—. Al menos antes lo no estaba. Me perdí en una excursión que hice con unos amigos. Al caer la noche fue cuando me encontró. No sirvieron mis lamentos ni mis súplicas, ni siquiera las patadas y golpes que le di. Me arrastró del pelo hasta el interior de su cueva. No le deseo a nadie los años que he pasado es esa fría y húmeda gruta. Vivía prisionera, alimentada sólo por roedores y raíces. El Sisimite no es de este mundo. No atiende a razone,s no se puede hablar con él —Los recuerdos atormentaban un semblante cada vez más aterrado—. Estoy segura de que si pasamos la noche aquí me encontrará. Sus constantes violaciones, en los que mi mente se apagaba para poder seguir con vida, dieron su fruto. Una abominación a la que nadie soportaría mirar a la cara, pero pese a todo, es mi hijo.
El suelo transmitió temblores profundos que llegaron hasta ellos. Una brisa húmeda y hedionda se pegó en sus pieles. La mujer se puso en pie de un salto y echó a correr. Una enorme masa peluda llegó tras un salto imposible. Agarró a la mujer por la cabeza con una mano y se la echó a la espalda, como si fuera un saco. Las miradas que cruzó con Lucía y Héctor antes de desaparecer permanecería en sus memorias para siempre.
Esta post es mi humilde participación en este concurso. Espero que hayáis disfrutado de la lectura.
A continuación os explico un poco más acerca del mito del Sisimite:
El Sisimite es una bestia de enormes dimensiones que habita en las montañas hondureñas. Está cubierto de pelo tiene mucha fuerza y se esconde en las cuevas de las montañas. Por las noches baja a la falda de las montañas en busca de mujeres humanas. Las secuestra por la fuerza y se las lleva con él.
La leyenda dice que en algunas ocasiones, tras la unión de este monstruo con una mujer, surge un ser híbrido con aspecto de mono.
Estos seres no atienden a razones y su única obsesión es la de emparejarse con mujeres humanas que hacen sus prisioneras.
Hay quien dice que este monstruo no es una leyenda sino que es real, y son ya muchas las personas que aseguran haberles visto en las zonas más inaccesibles de las montañas.