Individualidad inserta en mis sesos, los mismos que me hacen divagar sin un sentido aparente en éstas líneas que lees, con ajena vergüenza.
Vergüenza, no puedo con esa palabra, me consume, pero no ante lo que implica, sino ante la falta de ella por parte de las élites sociales.
Élites, clandestinas, de espaldas a la sociedad, de espaldas al mundo, a sus carencias. Ambicionando todo lo que conoce y lo que le falta por conocer antes de desparramar sus órganos, tras su último aliento, en la tumba.
Mi tumba, no dirá nada acerca de mí, nadie se acordará de éste ser que solo se dedica a remover su mente en vida, sin dar nada a nadie, solitario, malhumorado, obsceno…
Obsceno como tú y como yo, ¡por supuesto! Ávido lector de mis ingratas palabras, te daría con toda mi obscenidad donde más te gusta hasta que sintieras el efecto penetrante de mi Yo.
Yo, ya no sé ni lo que digo, ni lo que soy, ni siquiera quien coño soy, en estos días el amor me desubica, me desorienta, me maltrata y se revuelve contra mí, amor.
El amor que yo te daría… penetraría tu mente y tu ¡Coño!, desde el más profundo de tus húmedos sueños y hasta el orgasmo definitivo que culminará con tu nirvana.
Para leer más: