Tristeza… que destruye nuestras ilusiones, que nos envejece poco a poco y de forma prematura, que acaba con nuestra vida, nuestra luz infinita y que nos acerca aun más a la muerte.
Creo haber dicho mucho ya acerca de la muerte, inevitable y merecida para los humanos, sin ella no sería posible la vida de ningún otro ser vivo, sin nuestra muerte ya estaría todo destruido, acabado y sólo seríamos cachos de carne enferma.
Me enfermas, tu sola presencia enferma mi Ser, a veces preferiría estar sólo que estar en presencia de tanta negatividad, de tanto odio, de tanta sinrazón. Aléjate de mí y no digas nada, aléjate de mí y muere sin dejar rastro.

Fuente
Tu rastro he perseguido durante eones de existencia y sólo lo he tocado levemente, tu miel sólo ha mojado mis labios y ahora adicto me has vuelto, adicto a tus fluidos, a tu sangre y a tu mente.
Mente jugosa, cargada de conocimientos, embriagadora de mis juegos sexuales más oscuros, de mis perversiones, de mi sed de sangre, me matas, me matas con tu suculenta mente privilegiada.
Privilegios temporales, que se desvanecen poco a poco, como el humo, en el aire se pierde y desaparece sin quedar ningún rastro, solo ese leve olor final tan difícil de recuperar y tan ansiado, sólo lo deseo durante un segundo más de mi tiempo.

Fuente
Para leer más:
Reflexiones desgarradoras I
Reflexiones desgarradoras II
Reflexiones desgarradoras III
Reflexiones desgarradoras IV
Reflexiones desgarradoras V
Reflexiones desgarradoras VI