Siento cómo las torres de Parque Central caen sobre mí, quizás me quedan unas últimas respiraciones. Nadie sabe cómo sucedió, fue de esos golpes prolongados que duelen por tanto tiempo que llegan a ser normales, casi condicionados por la manera en que se vive. Aunque he intentado dormir, no he podido. Los escombros de la ciudad pesan demasiado sobre mí, si he cerrado los ojos es para recordar y despierto asustada por tener que enfrentarme a todo nuevamente. Se acabó para mí. A lo lejos escucho caer más y más escombros. Sólo la ciudad sabe lo que pasó, sintió bajo ella el ímpetu del fuego y cedió.
Ya parece mediodía por como el sol atraviesa algunos cristales que veo a lo lejos, aún queda algo de horizonte. Me he movido un poco de lugar, he visto los escombros mutar. Ya no sé qué sentí verdadero y en qué mentí, todo parece un espejismo demente ¿debería gritar? Siento cada vez más peso sobre todo mi cuerpo, creo que empiezan a romperse mis huesos, ¿Estoy siquiera aquí? He gritado un par de veces y me ha entrado polvo en la boca, nadie ha contestado ¿siquiera grité o me habré arrepentido por miedo a la respuesta? Soy esa cobarde, pero mi cuerpo inmóvil sólo se calienta por el recuerdo.
Llovió toda la noche, siento mi cuerpo mojado, más pesado, más denso. La memoria camina por los Caobos, Bellas Artes, Chacao, Miranda, Sucre, cualquier nombre que pueda olvidar la inmediatez. Ahora está bajo todas las fuerzas que alguna vez construyeron el espacio y se diluye, se borra; termina por dejar vacío aquello que alguna vez llenó. Lo enrevesado del concreto, tanto polvo en los recuerdos de esos lugares. He despertado de golpe, la ciudad me ha caído encima y este derrumbe de personas, de voces, de filos, de esquinas y de casas son selladas por la lluvia de la noche que nos despide.
Ahora que la ciudad se acuesta horizontal veo que nunca tuvo nada interesante que decirme.
Te veo y te recuerdo, ciudad. Ya no te siento, fuiste enmudeciendo y ahora eres silencio absoluto. Si muero de algo será de tanta sed, algo bebí de estos escombros pero quiero más. En algún momento de la noche perdí por completo tu imagen, acepté todo y permití el derrumbe. Ya no serás, ciudad, ya no serás.
Cuando cesó la lluvia me levanté de los escombros, se abrió todo el horizonte, dejaste de hablar y con el cierre de la puerta, la partida inminente. Ya no más ciudad, no más pueblo, sólo un montón de tierra seca para construir luego de esta puerta, mía. Mío el espacio dentro de ella, que ya no conoce nada a sus afueras. Ahora voy adentro, más adentro, al patio, paisaje y el paso del tiempo.
Crecí con la ciudad, con sus calles y edificios, sus largas avenidas y el ruido que siempre busqué. Conseguí ciudad y conseguí desierto, nuevas lunas, movimiento. Un eterno recuerdo, por siempre una herida. Lo que ahora es derrumbe, más tarde será cimiento.
Pequeña intervención de mi mundo cotidiano con el trabajo que vengo realizando de "la ciudad" como figura metafórica en mi poesía y en mis textos, breve como los derrumbes y para siempre en la memoria, como todo lo que en algún momento se escribe. No viene de Voltaria, porque no busca esconderse, ni mentirse, sólo se enfrenta de la manera en la que elegí enfrentar la vida: a través del arte y la creación. Si vives algun derrumbe espero hayas encontrado lugar en este breve relato que es sólo un nuevo comienzo.
Fotografía tomada por mí, con una cámara Canon T3
¡Muchas gracias por leer!
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